¿Qué lleva a alguien a jugarse la vida?
Dejar a su familia, vender sus bienes, subirse a un cayuco y no saber si esa será su última decisión.
¿Qué lleva a alguien hacer la mochila y venir? Juntar a sus ahorros en época de crisis, dejar a su familia, aterrizar en un lugar descrito a veces como inhóspito y no saber exactamente con qué se va a encontrar.
En ambos casos, sea por valentía, por generosidad, por crecer o por ayudar a otros, se ha hecho posible que durante 15 días nuestro mundo se haya convertido en : botellas de arena, funchos perimetrales, herramientas imaginativas, escasez de botiquines, ríos que cambian su cauce por decisiones ajenas a quienes viven sus consecuencias, furgonetas sin techo o suelo estable pero con música en directo, niños con ansias de palmas y sonrisas que iluminan, mesas en el suelo con algo de picante, barcos de papel, trenzas, sastres con puntadas sin hilo, fontaneros y arietes caseros...
pero también : trabajo en equipo, hacer más con menos, conversaciones de chicas, miradas de complicidad que explican más que los idiomas y debates, que aunque no cambien el mundo, nos ayudan a entenderlo.
Me gusta pensar que lo que hoy comienza como un proyecto de asociacionismo de mujeres, campamento de verano y mejora y ampliación de la educación infantil en Gandiol, en un futuro contribuirá a que quien decida hacer la mochila y viajar, lo haga para visitar a amigos o para hacer nuevos, pero en ningún caso apostando su vida o la de su familia a una sola carta.
A nivel personal os diría como Charo, intentaré aprender de los pájaros, y quedarme con lo mejor del norte y lo mejor del sur, priorizando siempre la quinta esencia de Einstein.
Tengo que deciros que en este rincón para mí lo mejor sois cada uno de vosotros.