Hoy comienza la última etapa de este viaje. Hoy despedimos a Ángela y Mario, con quienes comenzamos el camino en Madrid; a Aída, que continuará por tierras senegalesas; y a Raquel, que nos ha contagiado con su alegría, cada día. Ya sólo quedan cuatro días…
África es un lugar increíble y distinto. El calor y la humedad hacen que cueste hasta respirar. La arena de Gandiol se pega en todo el cuerpo. La comida picante pone nuestros estómagos a prueba.
Pero hay algo que no cambia. Hay algo que es igual en todos los rincones del mundo: los niños. Sus risas, sus miradas, su cariño, su rebeldía, sus ganas de jugar… Desde el primer día lo que más me ha llamado la atención es la cantidad de niños y niñas que hay, y cuánto se parecen a los de Madrid.
Cuando vuelva a casa echaré de menos que vengan corriendo a darme la mano nada más verme. También extrañaré a mis senegaleses grandes. A Yao y Lamine que son lo mejorcito de todo Senegal. A Mambás, Maget, Assan, Musa, Pape, Amadou, Elash… que me han demostrado que las palabras sobran. Y también a los tubabs que han hecho esta aventura más fácil.
(¡El bissap, los beñes y el bouie no los extrañaré, porque he aprendido a prepararlos y me quedan deliciosos!)
Tamara Molero del Peso