Vous êtes ici : Multimédia
Expériences

Tras varios meses de trabajo, de esfuerzo, juntando las monedas que sobraban cuando iba a comprar el pan, de comprarme solo lo necesario, sin caprichos… conseguí juntar el dinero suficiente para volver a Gandiol, mi pueblo, donde desde hace ya un año siento que tengo otra familia.
Es la tercera vez que mis pies descalzos pisan esta maravillosa tierra, a veces húmeda por las lluvias de agosto, otras veces con pinchos que te obligan a parar en el camino dejando en la planta de los pies señales del contacto directo con la naturaleza.
El poder viajar y dejar un granito de arena allí donde vamos yo creo que es importante... Incluso cuando ese granito no sea de agrado de todos con los que lo compartes.
Lo mejor de este viaje la verdad es, sin entrar en tópicos, la gente y el estilo de vida que llevan. Suyo y de nadie más, los habrá parecidos pero nunca iguales...
Gandiol me ha aportado mucho a nivel social y más que nada a nivel personal para romper estereotipos con los que muchas veces parece como si estuviesen en nuestro ADN simplemente por desconocimiento.
Hoy no me siento muy inspirada para escribir mi reflexión, pero esto compañeros, va por vosotros.
Cuando Hellen me hablaba de Gandiol pensaba que era una exagerada siempre hablando de lo inexplicable que era todo esto… Pero ahora que lo estoy viviendo me doy cuenta que algo de razón tenía.
¿Qué lleva a alguien a jugarse la vida?
Dejar a su familia, vender sus bienes, subirse a un cayuco y no saber si esa será su última decisión.
¿Qué lleva a alguien hacer la mochila y venir? Juntar a sus ahorros en época de crisis, dejar a su familia, aterrizar en un lugar descrito a veces como inhóspito y no saber exactamente con qué se va a encontrar.
Hoy comienza la última etapa de este viaje. Hoy despedimos a Ángela y Mario, con quienes comenzamos el camino en Madrid; a Aída, que continuará por tierras senegalesas; y a Raquel, que nos ha contagiado con su alegría, cada día. Ya sólo quedan cuatro días…
África es un lugar increíble y distinto. El calor y la humedad hacen que cueste hasta respirar. La arena de Gandiol se pega en todo el cuerpo. La comida picante pone nuestros estómagos a prueba.
Compartir: Una casa común, un espacio de encuentro de gente procedente de lugares diferentes, con su propia cultura y sus visiones del mundo, pero con la misma voluntad, el mismo compromiso, la misma alegría, el mismo idioma que es el de la sonrisa, la misma mirada del amor y de la felicidad, el mismo deseo de dar lo mejor de nosotros, participar en lo que se pueda para que este proyecto de Hahatay siga siendo la ilusión de todo un pueblo y la garantía de un futuro mucho mejor para sus niñas y niños.
Dar: Darlo todo, todo, todo y mucho más de lo que se pueda regalar; mucho amor, mucha fuerza y energia, lo poco que tenemos, lo poco que sabemos y nuestro gran deseo de compartir. Esta aventura es nuestra y, por eso, la participación de cada uno cuenta. Nuestro granito de arena es nuestra herramienta y, si todo el mundo hace de este proyecto suyo, pues sí que muchas barreras podrán ser eliminadas.